Si analizamos nuestras vidas (dato, no se requiere ningún acelerador de partículas ni nada sofisticado, solo un poco de tiempo para meditar sobre ella) nos podemos dar cuenta de que nunca, o casi nunca, hacemos las cosas en su debido tiempo. Vemos que se está terminando la bombona y lo dejamos correr, como si la bombona por arte de magia fuese a ir solita a la gasolinera más cercana y volver llena hasta el gaznate; Miramos en el armario… umm qué me pongo hoy… pero no lo ves, ¡solo tienes una elección!, nada más tienes unos pantalones límpios y una camisa utilizada hace tres días únicamente para ir a comprar el pan (se puede decir que como si de límpia se tratase)… el resto de ropa la tienes sin lavar. ¿Culpa de la lavadora?, noo, culpa tuya que crees en duendecillos que hacen las cosas por tí (dato, una novia no está para esas cosas, nunca la carguéis con las cosas que debéis hacer vosotros, perdóname bichillo si alguna vez lo he hecho).
La verdad es que si nos ponemos a analizar nuestras vidas, como dije al principio, nos damos cuenta de que hasta que ya no puedes prorrogarlo más no hacemos las cosas que tenemos que hacer.
Mi coche, un Renault Megane de cuatro puertas, rojo, con todos los extras, comprado hace dos años a un matrimonio en Estepona por tan solo 500€, un fantástico coche con todos los extras y sin ninguna pega… o casi. Cojámoslo, vamos hacia él, lo abrimos con la llave a distancia pues dispone de cierre centralizado, nos sentamos y acomodamos, regulamos los retrovisores (eléctricos por supuesto, ya dije que tenía de todo) ponemos el contacto y arrancamos el vehículo… ¿qué es eso?, un ruido que suena a cascado, el estruendo de un motor con el tubo de escape roto invade todo el habitáculo, no hay problema… solución acorde con todas esas cosas que solemos hacer en nuestras vidas: ¡dónde está!, a ver… sí aquí, colocamos la carátula de la radio en su sitio y ponemos la radio a todo volumen, ¿quién dijo ruido?, no no, música de la buena. Ventanillas abiertas para que no se acumule el posible humo en en interior del coche y la radio a todo volumen, problema solucionado.
Todo lo solucionamos así, hasta que ya no podemos dejarlo más tiempo. Yo lo solucioné ayer con un compañero del trabajo entre Coca-Cola y charla existencial pero lo podría haber solucionado mucho antes cuando era solo un ligero ronroneo (digamos hace un año, dios… qué dejadez) y no despertaba con ello a todo el vecindario. Todo lo dejamos para última hora.
Es hora de cambiar, ¿no creen?, intentémoslo, quizás no cueste tanto. Un saludo y hasta otra.