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Pintores que asombran.

Jacek Yerka es un pintor que nos conduce con su obra a un mundo marino o celestial, a bosques o ciudades llenas de color, a los mundos del sueño, el asombro y el misterio, a su particular mundo de las maravillas. Nos muestra con sus pinturas en lienzos de tela criaturas fantásticas que nos dejan asombrado.

Si tienen oportunidad de buscar algo a cerca de este pintor no duden en hacerlo. Podría escribir más sobre este gran pintor polaco pero otros ya lo han hecho por mi en sus blog, no duden en visitarlos, merece la pena. Aquí muestro una de sus obras.

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Mi amor, sé que te gustan estos bichillos. Esta entrada está dedicada a tí.

El estruendo de un motor.

Si analizamos nuestras vidas (dato, no se requiere ningún acelerador de partículas ni nada sofisticado, solo un poco de tiempo para meditar sobre ella) nos podemos dar cuenta de que nunca, o casi nunca, hacemos las cosas en su debido tiempo. Vemos que se está terminando la bombona y lo dejamos correr, como si la bombona por arte de magia fuese a ir solita a la gasolinera más cercana y volver llena hasta el gaznate; Miramos en el armario… umm qué me pongo hoy… pero no lo ves, ¡solo tienes una elección!, nada más tienes unos pantalones límpios y una camisa utilizada hace tres días únicamente para ir a comprar el pan (se puede decir que como si de límpia se tratase)… el resto de ropa la tienes sin lavar. ¿Culpa de la lavadora?, noo, culpa tuya que crees en duendecillos que hacen las cosas por tí (dato, una novia no está para esas cosas, nunca la carguéis con las cosas que debéis hacer vosotros, perdóname bichillo si alguna vez lo he hecho).

La verdad es que si nos ponemos a analizar nuestras vidas, como dije al principio, nos damos cuenta de que hasta que ya no puedes prorrogarlo más no hacemos las cosas que tenemos que hacer.

Mi coche, un Renault Megane de cuatro puertas, rojo, con todos los extras, comprado hace dos años a un matrimonio en Estepona por tan solo 500€, un fantástico coche con todos los extras y sin ninguna pega… o casi. Cojámoslo, vamos hacia él, lo abrimos con la llave a distancia pues dispone de cierre centralizado, nos sentamos y acomodamos, regulamos los retrovisores (eléctricos por supuesto, ya dije que tenía de todo) ponemos el contacto y arrancamos el vehículo… ¿qué es eso?, un ruido que suena a cascado, el estruendo de un motor con el tubo de escape roto invade todo el habitáculo, no hay problema… solución acorde con todas esas cosas que solemos hacer en nuestras vidas: ¡dónde está!, a ver… sí aquí, colocamos la carátula de la radio en su sitio y ponemos la radio a todo volumen, ¿quién dijo ruido?, no no, música de la buena. Ventanillas abiertas para que no se acumule el posible humo en en interior del coche y la radio a todo volumen, problema solucionado.

Todo lo solucionamos así, hasta que ya no podemos dejarlo más tiempo. Yo lo solucioné ayer con un compañero del trabajo entre Coca-Cola y charla existencial pero lo podría haber solucionado mucho antes cuando era solo un ligero ronroneo (digamos hace un año, dios… qué dejadez) y no despertaba con ello a todo el vecindario. Todo lo dejamos para última hora.

Es hora de cambiar, ¿no creen?, intentémoslo, quizás no cueste tanto. Un saludo y hasta otra.

Fin de semana.

Después de una larga semana de trabajo llega el fin de semana, gracias a dios (escrito en minúscula denotando por una parte ser una frase hecha y por otra mi actitud agnóstica, pero eso lo dejaremos para tema en otra futura entrada, ya habrá tiempo de todo mis queridos lectores, si es que hay alguno). Quizás es el momento más esperado por todos, pues es cuando descansamos y nos reponemos para otra larga semana de trabajo. Aunque sería mejor decir por algunos pues tengo en mente a un bichillo que en estos momentos debe estar molida después de una dura jornada de trabajo, ánimo desde aquí.

La verdad es que es cierto, volviendo al tema original de esta entrada, que los fines de semana son el poquito tiempo que nos queda en nuestras vidas para poder disfrutar de ella como se merece. Supongo que cada uno se lo tomará diferente y así debe ser pues cada uno es de su madre, como decía mi abuela.

Mis fines de semana me los paso de la siguiente forma (al menos últimamente). Los sábados termino de trabajar al medio día, llego a casa, almuerzo, me ducho y es entonces cuando empiezo a desconectar. Me dispongo a hacer la compra de las típicas cosillas que suelen empezar a faltar en toda casa de vecino llegado el fin de semana y, como no, de esas cosillas que llevas toda la semana con ganas de comer o de hacer pero que las dejas para cuando tienes un poquito más de tiempo y poder realmente disfrutar de ellas. Lo preparas todo para una noche tranquila y relajada, con todo lo que puedes necesitar para ello, en mi caso alguna que otra delicatessen propia de los más exigentes gourmet, una buena película y buena compañía (este fin de semana algo incompleto el menú pues falta lo más importante, tú ya sabes qué).

La verdad es que me gustan esos pequeños detalles de la vida que la hacen especial, que les dan sentido y que no serían nada sin la persona a la que amo. Este fin de semana lo pasaré (al menos en parte) a sólas para poder así valorar lo que tengo aunque, por lo menos en mi caso, no me haga falta estar solo para saber que te necesito a mi lado.

A quien no esté enamorado simplemente decirles que ya lo entenderán. Un saludo y hasta otro pequeño relato. Dulces sueños.